El experto antártico Alejandro Bertotto, habló sobre la connotación nacional y la interpretación internacional del Día de la Confraternidad Antártica. Cuento estas experiencias para que los que quieran oír, puedan saber que la realidad antártica no es la que escuchan en un Zoom, sino la que viven los argentinos comunes que llegan al continente blanco a cumplir su función de servicio con el país, ya sea como científico, cocinero, médico, mecánico, patrullero o carpintero, en la base, campamen
Bertotto, analizando con anécdotas personales vividas en la Base Polar San Martín refirió lo que el 21 de junio representa para el hombre antártico en términos prácticos, dejar atrás la etapa de novato, en la carrera antártica, más allá de su sentido original en el concierto antártico internacional.
En el continente blanco la prioridad de todo ser humano es la supervivencia y por ello, el acuerdo de priorizar la investigación científica y la cooperación internacional vigentes en el Tratado Antártico, ese es el sentido por el cual las autoridades de los países miembros del sistema, saludan amigablemente a los habitantes de todas las bases antárticas de todas las banderas en señal de “fraternal presencia”.
Yo mismo recibí aquél 21 de junio un radiograma del Presidente Bill Clinton, de USA, saludándonos muy afectuosamente por esa fecha. Como ejemplo de las condiciones que generan esa confraternidad, el experto fueguino relató que en la Bahía Margarita, al sur del círculo polar antártico, existían en el ´93, solamente dos bases habitadas permanentemente, la británica Rothera y la argentina San Martín en la que él fuera jefe ese año, y el contacto entre ambas -especialmente en invierno- era fluido y amable, especialmente por si fuese necesario pedir o brindar algún auxilio, ya que solamente entre ambas estaciones se podrían auxiliar oportunamente, si en una de ellas sucediese un siniestro. Aquél año me toco solicitar -por razones técnicas- y ellos me han otorgado, permiso para utilizar instalaciones del British Antarctic Survey (BAS) en isla Stonington, para desarrollar programas científicos de Alta Atmósfera, del IAA. Allí, no existen otras prioridades que obstaculicen la convivencia, es la necesidad de sobrevivir la que estrecha naturalmente los vínculos, más allá de otros intereses políticos o institucionales.
El ex director de Antártida de Tierra del Fuego, contó que en la Campaña Antártica Invernal de 1993, hubo tres profesionales, el médico Martín Roqué, el ingeniero electrónico Walter Bonelli y el técnico electrónico (hoy ingeniero) Fabián Briático, que por no haber hecho el Servicio Militar no lo habían podido hacer, pidieron les tome el juramento a la bandera allá en la base, al pie de la meseta polar antártica. “Me resulta difícil explicar los sentimientos de alegría y responsabilidad que eso me ocasionó” y que esa situación disparó un evento inolvidable como lo fue preparar aquella Jura de la Bandera de esos tres jóvenes patriotas, más Allá del Círculo Polar Antártico. “Todos los miembros de la dotación estuvimos más de un mes preparando esa ceremonia, se pusieron todas las motos y trineos en servicio como para salir a una expedición y se hizo la formación de la jura de la bandera sobre el pack de hielo marino del Mar del Bellingshausen, completamente congelado, fue increíble escuchar repercutir en los témpanos y en los frentes de la barrera del glaciar el muy sonoro SI, JURO !!! que pegaron esos tres leones”.
Luego hicimos un desfile en su honor, el tributo a la bandera y una marcha con toda la dotación en el material rodante de la base, por los alrededores de la base. Luego, en la noche del 21, la fiesta de disfraces que dejaría atrás la calidad de “Novatos” de los antárticos en su primer invernada.
Analizó que hoy los funcionarios, cómodos como de costumbre, “aportan” a la gesta antártica desde sus cómodos lugares institucionales, fundaciones, que me gustaría saber cómo se sostienen, o desde sus propias casas, haciendo Festivales y Simposios por Zoom, con temas de “interés general” que poco aportan al día a día del sector, suelen salir caro al erario público y que más bien buscan engrosar los curriculum de los beneficiarios.
En su reflexión final Bertotto por FM Artika indicó, “cuento estas experiencias para que los que quieran oír, puedan saber que la realidad antártica no es la que escuchan en un Zoom guionado, sino la que viven los argentinos comunes que llegan al continente blanco a cumplir su función de servicio con el país, ya sea como científico, meteorólogo, cocinero, médico, jefe, mecánico, radio operador, patrullero o carpintero, dependiendo en que base, campamento o medio les toque servir, todos aportan a la enorme gesta antártica que el país viene desarrollando desde antes del 22 de febrero de 1904, cuando ya Sobral se había convertido en el primer antártico argentino al invernar dos temporadas seguidas (1902-1903). Y, para mí como ciudadano fueguino lo más importante, es que todos los argentinos tenemos derecho y debemos poder tener oportunidad, de incluirnos en ese desafío apasionante que representa la especialidad antártica”.
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